“Sin rumbo fijo hacia delante voy,
andar andando solo andando
por andar
llevar mi vida acelerando sin pensar en regresar,
o en detenerme”
A veces siento que es el rock n roll el culpable de que esté rodando por los caminos de América. Siento que estas melodías fuertes y contestatarias que desde niño me atraparon fueron las que me obligaron a dejarlo todo, a renunciar al sistema, a nadar a contracorriente, a viajar por la vida. El rock me enseñó que nací libre y libre quiero vivir.
Es por el rock que la camioneta que hoy nos lleva a recorrer el mundo, y además nos hospeda, se llama La Jebi. Y es por él también que los largos caminos se hacen cortos y divertidos; coreamos, cantamos, aprendemos y sentimos las vías gracias a las cuerdas de acero que truenan a través de nuestro estéreo.
“como unos gitanos dejaremos todo atrás
tiemblan las ciudades y un estadio gritará
¡no seré uno más
rock n’roll, vos me diste libertad!
¡no seré uno más
junto a vos estoy vivo de verdad!”
Nuestro último viaje como mochileros, a finales de 2013, nos llevó hasta Buenos Aires, la Ciudad de la Furia.La de los Beatles sonando en los colectivos y en la tienda de las empanadas. La de Ceraty, Iorio y el Indio Solari. La que no duerme oyendo rock en la radio. La de las masas coreando y saltando sin parar.
Como lo hicimos en otros viajes, aquella vez también fuimos en busca de nuestra música; y de paso aprovechamos para recorrer los rincones de la urbe y compartir tiempo con algunos buenos amigos.
Vimos a Bon Jovi en la cancha de Vélez Sarsfield, a Iron Maiden, Slayer y Ghost en la cancha de River y fuimos hasta La Plata a vivir un encuentro frente a frente con los dioses vivos creadores del Metal: Black Sabbath, quienes esa noche del 6 de octubre estuvieron acompañados en tarima por Megadeth.
Fue un banquete viajero musical como ningún otro que hayamos tenido. Regresamos a casa con el corazón palpitando como un doble bombo y listos para la aventura que se venía en nuestras vidas desde 2014.
“Hoy sin pensar en ganar o perder,
disfrutando cada instante.
De mi soñar, hecho real,
al cual de pibe aposté”
Ayer deseo, hoy realidad. Hermética
Cromagnon, una tragedia que aún huele a humo
El 30 de diciembre de 2004, 194 personas murieron quemadas, asfixiadas y aplastadas durante un recital de la banda Callejeros. Ese día, en la discoteca República de Cromagnon, una bengala provocó un incendio y el recinto de convirtió en una trampa mortal. Las puertas fueron bloqueadas por el dueño del boliche para que entre los 6000 asistentes nadie se fuera sin pagar.
Llegamos caminando hacia el epicentro de una de las tragedias más recordadas en la historia del rock en el mundo. No pude agarrar la cámara con mis manos al instante, como casi siempre hago. A cada paso que daba por esa esquina polvorienta y cargada de letreros que evocaban el desastre, no podía evitar imaginarme en el sitio el día que el fuego cegó tantas vidas. ¿Qué hubiera hecho? ¿Me hubiese salvado?
Recordaba las veces en las que estuve frente a una tarima sin poder moverme ni un centímetro, apretado por otros miles que estaban igual que yo. Las borracheras. Los viajes eternos de cientos de kilómetros por carretera para vibrar un par de horas frente a los altavoces gigantes. Los amigos que ya no están. Lo feliz que fui siempre.
Pero Cromagnon te despierta de los recuerdos y te aterriza en su dolor. Cada centímetro recorrido de ese lugar es más aterrador que el que queda atrás. Los Zapatos de los pibes colgados, las cientos de fotografías de sus rostros y sus discos favoritos gritando justicia. Las rendijas que dejan ver los carbones, la bandera argentina tan rasgada como la vida de las familias que perdieron a los suyos en un concierto de rock.
Viajar nos deja vivir esas realidades ajenas que algún día conocimos a través de una pantalla. Viajar te confronta con otros, aunque ya no existan. Cromagnon te quema vivo si el rock es el motor de tu vida.
Desde esta página, 10 años después de la tragedia, nos unimos al grito que pide JUSTICIA POR LOS PIBES DE CROMAGNON.
2 comentarios
Gracias Vanesa por tu mensaje, un abrazo.
Leí la crónica, soy Argentina, amo el rock y mi país. No dejo de recordar la masacre, los reportajes en la televisión durante meses.
Tuve oportunidad de hablar con familiares de las víctimas porque trabajé en radio y es terrible oír los relatos.
Es la primera vez que un blog de viajes elige recorrer lugares y retomar historias de dolor del país que visitan.
Las fotos son tremendas, recordé todo, oí los gritos y sentí el fuego… el relato esta lleno de sangre y emoción. Gracias por visitar este sitio tan profundo para el corazón de un Argentino.
Desde México, una viajera perdida en Playa del Carmen.