Hace días en una entrevista nos dijeron que el nombre Renunciamos y viajamos suena como a un grito de protesta contra el sistema. Otros nos han dicho que es una promesa de anarquía; los dos verbos que a cualquiera le gustaría conjugar. Darle un portazo al jefe, irse a disfrutar las maravillas del mundo y subir fotos de cuánto nos estamos divirtiendo. Y aunque todos tienen algo de razón, pocos intuyen el esfuerzo que hay detrás de la vida itinerante del bloguero de viajes.

Pues déjennos revelarles un secreto: para mantener viva esta página web dedicamos a veces más tiempo del que invertíamos siendo empleados. Renunciamos y viajamos, pero trabajamos muchísimo.

No hay jefes ni horarios. Tampoco presiones. Mucho menos una oficina con una silla qué calentar. Para un bloguero de viajes cualquier lugar del mundo es ideal para generar contenidos y cualquier sitio con señal de internet es perfecto para publicarlos. Hacemos fotografías, contamos historias y hablamos de sentimientos; la vida es nuestro más grande insumo no importa dónde estemos.

Los blogueros de viajes somos personas que utilizamos las herramientas tecnológicas para trabajar desde cualquier lugar del planeta y poder cumplir nuestros sueños de libertad, amistad y aprendizaje de otras culturas. Luego de renunciar a nuestros trabajos estables de oficina y salario, nos convertimos en una pareja de nómadas digitales que vive de los viajes, para los viajes y por los viajes.

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El principio

Nuestra historia como nómadas digitales data desde antes de ser nómadas. Es decir, incursionamos en el mundo digital con el objetivo de ser nómadas, creamos este blog con contenidos de viajes anteriores y una estrategia para posicionarlo en redes sociales. Luego, con algunas cifras qué respaldaran nuestro proyecto de vida, nos lanzamos a la aventura. Una vez en los caminos aprovechamos nuestra pasión por la escritura y la fotografía para llegarle a la mayor cantidad de gente posible con anécdotas y consejos de viaje.

Hotel u hostal, cabaña o casa de familia, plaza pública con wifi, playa o montaña. Cualquier lugar es perfecto para alimentar este sitio web e interactuar con nuestros lectores desde las redes sociales.

Al poco tiempo empezamos a ver los resultados: no estábamos ganando dinero pero, en cambio, el viaje no sólo se hacía más cómodo sino muchísimo más barato. Ofrecíamos pauta publicitaria en esta sección y trabajos fotográficos a cambio de servicios de empresas locales como hostales, hoteles, agencias de viajes y deportes extremos, cursos de buceo, vuelos en parapente y muchas otras actividades que experimentamos con la billetera cerrada. Una anti-rutina pagada con algunas horas de trabajo con una cámara fotográfica y un computador portátil.

Poco más de un mes después de estar moviéndonos sin pausa recibimos una invitación a un encuentro de blogueros de viaje colombianos, en Medellín. En el evento expusimos nuestro proyecto viajero ante otros blogueros, la mayoría de ellos bastante recorridos. Establecimos contacto con uno de los viajeros más experimentados que tiene Colombia en este momento, lo que derivó en un ofrecimiento para abrir un blog en la versión digital del diario más leído en todo el país.

Si existiera un decálogo del nómada digital, la ley número uno debería ser hablar siempre de sus proyectos y de su trabajo como viajero. Nunca se sabe en cuál conversación desprevenida puede estar el próximo trabajo o el siguiente viaje. Entonces, nosotros no sólo aprovechamos para contarles los pormenores de nuestro recorrido y nuestra estrategia a personas experimentadas, sino que encontramos una plataforma con miles de lectores para que muchas personas supieran de nuestro sueño y viajaran a través de nuestras historias.

Vivimos experiencias maravillosas, las registramos y las publicamos según nuestra mirada particular ante la vida y el mundo. Ese triángulo amoroso continúa en su idilio.

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¿Es para todo el mundo?

Piense un minuto antes de decidir ser un nómada digital. ¿Está dispuesto a invertirle horas y horas al computador, al teléfono, a la tableta, a la cámara de fotos y videos? ¿Y a cargar una mochila adicional con todos sus equipos? ¿Y a contestar correos y mensajes de quienes lo siguen o pagan por su trabajo? Si alguna de sus respuestas fue no, tal vez esto de trabajar mientras viaja por el mundo no sea lo suyo.

Los ‘traviajeros’ traspasan la línea donde yace el imaginario del paseador recostado a una palmera tomando un coctel servido en un coco.

¿De verdad funciona?

Una vez en Nicaragua un gran amigo nos dijo una frase que nunca vamos a olvidar: “El éxito es trabajo duro disfrazado de buena suerte”. La constancia, lo habrán escuchado, hace que cualquier cosa sea posible.

Siendo nómadas digitales encontramos una baraja muy nutrida de posibilidades para desempeñarnos en algo y poder seguir cumpliendo nuestro principal objetivo: viajar. Hemos creado las redes sociales de negocios a cambio de hospedaje y comida, escribimos para diarios y revistas, vendemos fotografías y hacemos exposiciones fotográficas, somos parte de grandes comunidades de blogueros de viaje de todo el mundo, integramos equipos en plataformas de influenciadores, creamos empresa con otros nómadas digitales y cerramos negocios con grandes marcas como Renault, Decameron y Movistar.

Incluso nos han pasado cosas increíbles como que una seguidora me contratara para corregir su tesis de maestría en Historia, quedar de finalistas de un concurso para viajar por todo el mundo y que en Panamá nos ofrecieran dirigir una fundación Ecoambiental a cambio de salario, casa y transporte pagados (no aceptamos porque implicaba trabajo presencial y nos quitaba tiempo de viaje).

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Herramientas

Aunque los nómadas digitales están hermanados por el factor común del viaje, estas personas se desplazan por el mundo ejerciendo habilidades de diferentes tipos. En Las Peñitas, una playa del pacífico de Nicaragua, conocimos a una pareja que viajaba en una combi con cuatro perros recogidos. Ella, alemana, es diseñadora de páginas web; él, canadiense, es corredor de bolsa, actividades que ambos pueden hacer cuando y donde quieran. Nos hemos topado también con community managers, fotógrafos, videógrafos, escritores, abogados, youtubers. La lista es larga.

Para sus trabajos utilizan dispositivos y software tales como teléfonos inteligentes, tabletas, Google Drive, Dropbox, laptops, Skype, Whatsapp, PayPal. Todas esas herramientas permiten que los viajeros puedan desempeñar diferentes labores en línea. Aprendimos que no es necesario estar dentro de una oficina para ser productivos.

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Cuando soñábamos con viajar no sabíamos que existe una tendencia mundial que mezcla una conducta de data prehistórica con un término del siglo XXI. Aún estamos descubriendo y sorprendiéndonos con las posibilidades que se abren para estas personas que viven con libertad y trabajan con calidad de vida.

Un nómada digital trabaja donde se sienta más creativo, conoce nuevos países, culturas, personas, idiomas y nuevas experiencias transformadoras todo el tiempo. Tiene flexibilidad geográfica, elige vivir en climas más amables, disfruta de viajes a largo plazo y de ser dueño de su tiempo.

Cuando nos dimos cuenta que esto es lo que queremos hacer por el resto de nuestras vidas, el grito de protesta que bautiza nuestro proyecto adquirió un poderoso sentido: renunciar y viajar es el mejor trabajo del mundo.